Después de un arranque de año algo
tormentoso, por fin encontré el tiempo para escribir y, sobre todo, un tema que
me emocionara. Se trata de un taller intensivo de dirección de actores que tomé
este fin de semana con Luis Mandoki.
Hace unos meses, en la premiere
de La vida precoz y breve de Sabina Rivas, me enteré que Mandoki estaba
impartiendo talleres en México y me obsesioné con entrar a uno. Por suerte no
tuve que esperar mucho tiempo, unas semanas después me enteré que abriría dos
nuevos talleres, uno de guión y dirección, al que me hubiera gustado asistir
pero no tenía la disponibilidad de tiempo y uno intensivo de dirección de
actores.
Si algo me ha gustado siempre de
las cintas de Mandoki son las actuaciones, así que no lo pensé dos veces y me
inscribí. Debo confesar que originalmente no esperaba mucho del taller pues
sólo duraba un fin de semana. Pensé que revisaríamos algunas técnicas
conocidas, haríamos un par improvisaciones y veríamos algunas escenas de sus
películas.
Sin embargo, lo que encontré no
solo superó mis expectativas, sino que se convirtió en una de las experiencias
más intensa que he vivido últimamente. Fue algo así como una torcedura de
tripas. Resulta que el método de Mandoki es todo menos convencional, se parece
más a una entrevista con un psicólogo que a cualquier otra clase de actuación a
la que haya asistido antes.
Nadando entre viejos traumas, miedos, e incluso entre los sueños, terminas conectándote con tus sentimientos más profundos, incluso con aquellos que creías superados y comienzas a ver la dimensión verdadera que tienen ciertas cosas en tu vida. El resultado es un coctel de emociones que te mantendrá con insomnio por más de una noche, y por supuesto, actuaciones morbosamente geniales.
Nadando entre viejos traumas, miedos, e incluso entre los sueños, terminas conectándote con tus sentimientos más profundos, incluso con aquellos que creías superados y comienzas a ver la dimensión verdadera que tienen ciertas cosas en tu vida. El resultado es un coctel de emociones que te mantendrá con insomnio por más de una noche, y por supuesto, actuaciones morbosamente geniales.
Después de esta descripción
podría sonar incluso masoquista decir que espero con ansias el siguiente taller
de Mandoki, pero siendo honestos ¿a quién no le gustar sentir con semejante
intensidad? Después de todo, de eso se trata el cine, de poder contar historias
que te hagan sentir, ¿o no?