BIOGRAFÍA

miércoles, 16 de mayo de 2012

POR HACER CINE

Existe una frase que todos los que hemos estudiado cine, escuchamos hasta el cansancio: “A hacer cine se aprende haciéndolo”. La razón por la que es tan popular es porque tiene mucho de cierto, cada vez que hacemos un filme, ya sea largometraje o cortometraje, aprendemos cosas nuevas. Sin embargo, aprendemos también algo que es igual de valioso que las nuevas enseñanzas: diferentes versiones de “cómo resolver problemas de último minutos sin que tu película se hunda”.
Tal parece que después de terminar la preproducción, el rodaje y la postproducción, estás listo para redefinir la Ley de Murphy y para tomarte grandes cantidades de Omeprasol (el estómago es lo primero que muere por la causa). Entonces cualquier persona lógica preguntaría “¿para qué sufrir tanto?”. La verdad es que no existe una respuesta lógica, es simplemente una descarga de adrenalina que no tiene explicación.
Y es que una peli nunca es “sólo una peli”.  Es algo a lo que pones todo tu esfuerzo, toda tu pasión y en la mayoría de los casos, tu sueldo, con la esperanza de conseguir un filme lo más cercano posible a lo que imaginaste.
Con una mezcla de todos estos sentimientos (además de muchos miedos, por supuesto) arrancamos Fotogramas, un cortometraje de aproximadamente 10 min, que cuenta la historia de Carlos, un joven restaurador de películas que pierde la persistencia retiniana, y con ella la capacidad de ver el movimiento. A partir de ese momento, verá el mundo como si se tratara de fotos fijas.

Con esta historia como punto de partida, comenzamos un proceso de preproducción un tanto accidentado, donde ocurrieron las cosas más absurdas, como no poder entrar a una locación porque el cerrojo de la puerta se atoró, tener que cambiar la fecha del rodaje a último minuto por problemas con la renta de luces y por estar enfermo el fotógrafo, o perder a mi asistente de dirección dos semanas antes de rodar (bueno, en realidad fue “robada” por el Canal 11L ). Sin embargo, todas esas cosas, lejos de restarle emoción al asunto, se convierten en los detalles que recordarás con el tiempo.

Después de largas horas de chamba, muchas rebanadas de pizzas y uno que otro moretón, logramos rodar Fotogramas. Lo hecho, bueno o malo, ya está hecho y listo para entrar a edición, corrección de colores, diseño de sonido, etcétera. Además del cansancio, queda una mezcla de sentimientos, encabezado principalmente por agradecimiento a todos los que te ha acompañado y ayudado en esta aventura, a los que te dieron ideas, su tiempo y hasta lana, y sobre todo, hicieron de esta una experiencia sumamente divertida.