Hace poco pasé una temporada en un país que siempre me ha encantado y al que me unen lazos personales muy fuertes. Se trata de España, un país con una historia impresionante, con ciudades mágicas y con algunas de las propuestas cinematográficas “en castellano” más interesantes de la última década. No en balde cineastas como Guillermo del Toro han construido allí gran parte de su carrera. Por eso aproveché para ver todas las pelis españolas que pude, en especial aquellas que no han llegado a México y que probablemente nunca lo harán (la gran mayoría). Sin embargo, algunas cintas de verdad me sorprendieron… para bien y para mal, y es precisamente de esas de las que quiero hablar.
El Director
Alex de la Iglesia: No tiene nada de “imparcial” que lo elija a él. Si bien Balada triste de trompeta me dejó sin palabras, la verdad es que todo lo que hace Álex de la Iglesia me gusta, y no me refiero sólo a sus pelis, sino a la forma irreverente y divertida que caracteriza su imagen. No hace falta más que leer esta Entrevista que se hace a sí mismo, un poco bizarra y sumamente personal, cuya primera pregunta es “¿Por qué has engordado tanto?”.
En un mundo ideal, cada cosa que haríamos o creáramos, sería mejor que la anterior, aunque sabemos perfectamente que no siempre es así. Hay directores que tienen una buena ópera prima seguida por decenas de fiascos que te hacen preguntarte ¿quién paga esto? (M. Night Shyamalan por ejemplo). Sin embargo, creo que en esta ocasión, Balada triste de trompeta concentra todo lo que un director con talento ha aprendido en el camino. No habría otra forma de mezclar en una misma película a un payaso triste, una historia de amor, un circo ambulante, la guerra civil española, Franco, atentados de ETA… y conseguir que funcione. No en balde el primero en elogiarla fue Quentin Tarantino en Cannes.
El Actor
Luis Tosar: Aunque este actor tiene una muy larga y exitosa
trayectoria cinematográfica, he de confesar que no reparé en él sino hasta que
vi Celda 211. Sin embargo, fue en También la lluvia donde terminó de robarse mi corazón. En la cinta dirigida
por Icíar Bollaín (y que no fue estrenada en México a pesar de estar
protagonizada por Gael García Bernal) da vida a un productor de
cine que mueve a su equipo como si fueran fichas de ajedrez, durante el rodaje
de una película ficticia en la selva Boliviana. Sin embargo, las cosas se
complican cuando estalla una revuelta social que termina por poner en peligro
toda la producción.
A mí personalmente, me encantan las películas dentro de otra película. Pero en el caso de También la lluvia, por muy conmovedora que sea la historia (tanto que fue la seleccionada por la Academia Española para pelear el Oscar) es Tosar quien se roba la atención, opacando a García Bernal.
Además de actuar y coleccionar premios Goya (ya tiene 3), Tosar es productor y tiene una banda de rock llamada Di Elas.
La película
Blackthorn: Hablada en inglés, filmada en paradisíacos escenarios bolivianos y protagonizada por el actor norteamericano Sam Shepard, jamás hubiera adivinado que se trataba de una cinta realizada por un español, pero así es. Su director es nada más y nada menos que Mateo Gil, cineasta canario mejor conocido por ser el co-guionista de Alejandro Amenábar en Tesis, Abre los ojos, Mar adentro y Ágora (aunque en esta cinta se limitó a dirigir y el guión estuvo a cargo de Miguel Barros).
Este singular western tiene como punto de partida la hipótesis de que el mítico bandido Butch Cassidy no murió junto a su amigo Sundance Kid y decidió pasar sus últimos días en la aplacible selva boliviana, hasta que se cruza en su camino un joven ingeniero español (interpretado por Eduardo Noriega, actor fetiche de Gil) que acaba de robar una mina de plata. El resto es una entrañable y nostálgica historia de amistad y traición, aderezada con una impecable fotografía y la música de David Gywnn.
El caso de esta peli es un tanto curioso, porque cuando se estrenó en España en julio de 2011 fue un gran fracaso de taquilla. Sin embargo, después de que hace un par de semana fuera nominada a 11 premios Goyas (incluyendo Mejor Película y Mejor Director) el boom ha sido tal, que están por reestrenarla con nada más y nada menos que 300 copias. Sin embargo, ni las nominaciones ha conseguido que algunos críticos hablen de ella. De cualquier forma, a mi me gustó y me sorprendió gratamente.
La peli “qué estaba pensando esa tarde”
Esta no podría ser llamada “decepción” porque en realidad sólo puede desilusionarte una peli de la que esperas algo, pero bueno, la elegida es Torrente… cuarta parte… en 3D. No es necesario explicar más.
La piel que habito: Éste es uno de esos casos en los que cuesta un
poco de trabajo saber si el mal sabor de boca que dejó la cinta se debe a que
no te gustó por sí misma, o a que no llenó las expectativas que tenías.
De cualquier forma, creo que La piel que habito es una cinta a la que le sobran muchas cosas y que carece
de otras tantas, entre ellas, de un protagonista suficientemente fuerte y
versátil como para cargar en sus hombros el peso que conlleva una trama tan
densa; y Antonio Banderas no sólo dista mucho de ser el
indicado, sino que termina siendo bastante limitado y acartonado. Aún así, sus
carencias consiguen pasar un tanto desapercibidas pues las interpretaciones de Marisa Paredes y Elena Anaya le cubren la espalda.
Si bien uno de los principales sellos del cine Almodovariano son el exceso y la exageración, no siempre el director consigue que encajen en la historia como piezas de rompecabezas y esta cinta me parece uno de esos casos. Creo que le sobran algunos personajes cuyos conflictos forzados y recargados, lejos de tapar los huecos de la trama terminan entorpeciéndola.
Una de las grandes fortalezas del filme es apoyarse en dos sentimientos sumamente humanos e intensos: la pérdida de las personas que queremos y el deseo de venganza. Esas son las dos columnas que evitan que la historia se derrumbe.
De una forma u otra, creo que la peor enemiga de La piel que habito es la fama que la precede, tanto a ella como a su
director, pues es sumamente difícil llenar las expectativas. Aún así, Pedro
consiguió una vez más lo que tanto le gusta: estar en boca de todos… para bien
o para mal.